
Esta escala nos ayuda a valorar, en términos generales, el esfuerzo que nos ha supuesto completar cada etapa. Cada vez que terminamos una, le asignamos un valor del 1 al 10, según lo que nos ha costado lograrla con éxito. Es importante recordar que esta sensación es muy subjetiva y puede variar mucho dependiendo de varios factores: nuestro estado de forma en ese momento, las condiciones meteorológicas (como viento, lluvia o barro), el estado del tándem, el peso que llevamos ese día, y otros aspectos. Por eso, una misma etapa puede resultar mucho más difícil en unas circunstancias que en otras, ya que algunas variables son controlables y otras, totalmente aleatorias.
Nosotros consideramos fundamental asignar este valor justo al terminar cada etapa, preferiblemente el mismo día, para tener una idea clara del esfuerzo real en ese momento. De esta forma, podemos recordar mejor qué tan dura fue esa experiencia para nosotros en ese instante.