Camino de Santiago Etapa 12/17: Rabanal del Camino – La Portela de Valcarce

Distancia

72,93 Km

Desnivel acumulado

+896 m aprox.

Tiempo en movimiento

4h

Velocidad media

18,2 km/h

Track

Wikiloc o komoot

Dureza (Escala de dureza)

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Salimos de Rabanal del Camino con la motivación bien alta: nos esperaba una de las jornadas más emblemáticas del Camino, coronar el puerto que habíamos iniciado la víspera. Apenas 7 kilómetros nos separaban de la cima, y comenzamos a pedalear por la carretera que une Astorga con Ponferrada, subiendo de manera constante, con rampas entre el 4 y el 7 %. Alternando a nuestra izquierda y derecha, el sendero de tierra serpenteaba con los peregrinos a pie, pero el tráfico escaso en la carretera y la comodidad del firme, teniendo en cuenta que llevábamos alforjas, nos hicieron mantenernos sobre el asfalto.

En la Cruz de Fierro

El esfuerzo se intensificó al llegar a Foncebadón, con una corta rampa final que nos exigió un último empujón para alcanzar la parte alta del Monte Irago. Allí, a casi 1.500 metros de altitud, la carretera se suaviza y se transforma en un terreno ondulado, entre subidas y bajadas que permiten recuperar el aliento.

En medio de ese paisaje de altura apareció uno de los puntos más icónicos del Camino: la Cruz de Fierro. Nos detuvimos unos minutos para hacernos la foto de rigor, contemplar el horizonte y sentir la fuerza simbólica de este lugar, donde peregrinos de todo el mundo dejan una piedra como símbolo de sus cargas o promesas. Fue un momento especial: la subida estaba superada y la etapa empezaba a sonreírnos.

Cruz de Fierro

La Cruz de Fierro, situada en el Monte Irago a unos 1.500 metros de altitud, es uno de los enclaves más cargados de historia y simbolismo del Camino de Santiago. Sus orígenes se remontan a la época romana, cuando los ingenieros señalaban los caminos con mojones de piedra. Más tarde, en la Edad Media, se cree que fue el obispo San Toribio de Astorga quien colocó una cruz de hierro sobre un alto poste de madera para guiar a los peregrinos que atravesaban estas montañas.
Con el tiempo, surgió la tradición de que cada caminante dejara una piedra al pie de la cruz, traída desde su lugar de origen, como símbolo de penitencia, protección en el viaje o liberación de cargas personales. Siglo tras siglo, ese gesto ha formado el gran túmulo de piedras que hoy rodea la cruz, convirtiéndolo en un lugar de memoria colectiva del Camino.
Actualmente, la Cruz de Fierro no solo conserva su valor histórico y religioso, sino que también es un punto de encuentro espiritual para peregrinos de todo el mundo, que continúan perpetuando esta costumbre ancestral.

En lo alto del puerto de Foncebadón, en el Monte Irago.

Desde allí, iniciamos un larguísimo descenso de unos 15 kilómetros, pasando de los 1.500 metros hasta rozar los 500. La carretera serpentea entre montañas y valles, ofreciendo vistas espectaculares que se disfrutan mejor con calma. Paralelo al asfalto, un sendero de tierra acompaña el recorrido, pero no lo recomendamos con un tándem cargado: las pendientes y el firme lo hacen más sufrido que atractivo.

Tras 35 kilómetros de etapa, alcanzamos Ponferrada, capital del Bierzo, donde nos recibió la silueta imponente del Castillo de los Templarios. Lo rodeamos despacio para admirar sus torres, murallas y recovecos, disfrutando de ese aire medieval que impregna toda la ciudad. Después de la parada obligada, seguimos hacia el norte, pedaleando junto al río Sil y dejando atrás la ciudad.

Frente al Castillo de los Templarios, en Ponferrada.

El camino se volvió más amable, entre pueblos y campos verdes que nos ofrecían un paisaje distinto al de jornadas anteriores. Sin apenas darnos cuenta, estábamos en Villafranca del Bierzo, puerta de entrada al mítico ascenso del Alto do Cebreiro. Decidimos continuar unos 15 kilómetros más, siguiendo la N-VI en paralelo al río Valcarce. El tráfico era escaso gracias a la autovía que corre cercana, y además había un espacio reservado para peregrinos a pie.

Finalmente, llegamos a La Portela de Valcarce, una pequeña aldea de apenas una treintena de habitantes. Básicamente es una calle principal con algunas casas, un hotel-restaurante y poco más. Tras comer y darnos una ducha, dimos un breve paseo por el pueblo, que se recorre en apenas cinco minutos de extremo a extremo. El resto de la tarde lo dedicamos al descanso, sabiendo que al día siguiente nos aguardaba uno de los grandes retos del Camino: la ascensión al Cebreiro.

Alojamiento

Hicimos noche en el Bar Restaurante Hostal El Peregrino. Aunque es un establecimiento básico, es cómodo, limpio y tranquilo.

Nuestras recomendaciones

  • Cruz de Fierro: lleva una piedra desde tu lugar de origen y déjala al pie de la cruz; es una de las tradiciones más simbólicas del Camino y un momento muy especial de la etapa.
  • Descenso hacia Ponferrada: disfruta de las vistas pero extrema la precaución, especialmente si vas en bici o en tándem con alforjas. El asfalto es la opción más segura frente al sendero paralelo.
  • Ponferrada: tómate un tiempo para visitar el Castillo de los Templarios, una de las fortalezas medievales más impresionantes de la ruta. Si el horario lo permite, entra y recorre sus murallas.
  • Villafranca del Bierzo: no pases de largo; su casco histórico y la Iglesia de Santiago, con la famosa Puerta del Perdón, son paradas que enriquecen la experiencia antes de afrontar el Cebreiro.

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