Canal Garona, Du Midi y EV8: 8/10 Argelès – Camallera
Distancia 1294_10b978-33> |
92,1 km 1294_ec0ff4-65> |
Desnivel acumulado 1294_f7d333-30> |
+957 m aprox. 1294_3dd956-96> |
Tiempo en movimiento 1294_45dba6-c6> |
6h 13 min. 1294_c1d9dd-88> |
Velocidad media 1294_612df7-25> |
14,81 km/h 1294_a47ebd-55> |
Track 1294_84a153-e2> | 1294_373196-9e> |
Dureza (Escala de dureza) 1294_f5c56d-55> |
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Empezamos la octava etapa en Argelès, con la incerteza del parte meteorológico y la inseguridad sobre si podríamos afrontar el puerto del día para cruzar el Coll de Panissars y entrar así en Cataluña. Existen varios pasos fronterizos y hasta el último momento estuvimos dudando sobre por dónde cruzar, incluso cambiamos de idea a mitad de la ruta.

Abandonamos el hotel y nos dirigimos hacia el interior hasta llegar a la población Le Boulou. A medida que nos acercamos el cielo se torna más oscuro y no tardamos en ponernos el chubasquero, pues la intensidad de la lluvia y el viento aumenta conforme avanzamos. En ese momento cambiamos los planes de la etapa: la idea inicial era cruzar la frontera por carretera, por la población de La Perthus, pero el fuerte viento y la lluvia no generaban la confianza suficiente como para compartir la carretera con los coches y camiones, así que pasamos al plan b, y ¡menudo acierto!. Fuimos a buscar la ruta de la Pirinexus, cruzando Maureillas-las-Illas, el último pueblo antes de cruzar la frontera.
A partir de ese momento, seguimos las indicaciones y empezamos el ascenso al Coll de Panissars. La primera parte la realizamos por una carretera, por la que no nos cruzamos con ningún coche, ascendiendo durante 5 kilómetros hasta alcanzar los 320 metros sobre el nivel del mar. A partir de aquí, ya habíamos hecho gran parte del ascenso, pero lo que vino a continuación fue sensacional.

El siguiente tramo es precioso y pedaleamos por zonas con pistas asfaltadas y pistas de tierra, algunas en buen estado y otras en los que hubo que extremar las precauciones. Durante 8 kilómetros recorrimos tranquilas zonas boscosas, subiendo y bajando continuamente pero manteniéndonos entre los 300 y los 350 metros de altitud. En una de las subidas tuvimos que poner pie a tierra, aunque era bastante corta, el grado de inclinación era muy elevado (probablemente cercano al 20%) y al ponernos de pie a mitad de subida el móvil de Judith saltó por el aire al darle un rodillazo. Incluso un ciclo viajero que venía en sentido opuesto se bajó de la bici para descenderlo por miedo a caerse. Seguía lloviendo y nos rodeaba una densa niebla, pero ese mismo paisaje, el esfuerzo y la tranquilidad que se respiraba en la zona generaron un ambiente que nunca olvidaremos.
El descenso del Coll de Panissar lo realizamos continuando la misma senda, pero la pista de tierra se volvió mucho más pedregosa y aparecieron surcos que dificulton descender con seguridad. Nosotros estamos acostumbrados a este tipo de terrenos y aun con el tándem y ruedas mixtas logramos bajar rápidamente hasta llegar a la Jonquera.

Siguiendo las marcas de la Pirinexus ascendimos por una pista al este de la Jonquera, en dirección Peralada, pero antes de llegar nos desviamos por la carretera secundaria GIV-6024 (la ruta de la Pirinexus continúa rumbo a Torroella de Montgrí) hacia Figueres, dónde paramos a comer.
Revisando la bicicleta nos dimos cuenta de que las pastillas de freno delanteras estaban al límite, ¡la bajada se las había comido! Aprovechamos que había un Decathlon en Figueres, pero no tenían pastillas de freno que nos sirvieran. Por suerte, había una tienda de bicicletas que habría a las 16:00. Esperamos una horita hasta que abrieron y pudimos comprar y cambiar las pastillas.

A los dos kilómetros de salir de Figueres volvimos a pinchar la rueda trasera. En este caso perdía aire por la válvula, lo que la hizo irreparable. Cambiamos la cámara (la última que teníamos) y seguimos adelante, rezando por no volver a pinchar.
Ese día la etapa se alargó más de lo habitual: el desnivel acumulado, la lluvia y el viento nos hicieron pedalear más despacio, además de los problemas mecánicos de frenos y rueda. Llegamos al pequeño pueblo de Camallera cerca de las 18:00h, cuando la mayoría de días estábamos llegando al destino a la hora de comer. Después de una merecida ducha, tanto para nosotros como para el tándem, dimos un paseo por la población y cenamos en el restaurante del hotel, bastante agotados pero tremendamente felices de haberlo logrado pese a las dificultades.
Alojamiento
Pasamos una noche en la Pensió Avi Pep, en una habitación simple pero limpia. Se trata de un edificio bastante antiguo con un restaurante grande dónde tomar una buena cena y/o comida.
Nuestras recomendaciones:
- Valora la opción de cruzar la frontera por el Coll de Panissars. Aunque es más duro y exigente que por carretera, o eso parecen indicar los tracks que habíamos estudiado, el entorno que envuelve esta zona es precioso. La parte negativa es la bajada: hay que tener mucho cuidado con las piedras, los surcos y las pendientes pronunciadas.
