Rutas por La Cerdanya
La Cerdanya o Cerdanya es una gran cuenca de origen tectónico que se sitúa entre el norte de Cataluña y el sud de Francia, en los Pirineos, poco por encima de los 1000 m de altitud sobre el nivel del mar.
La Cerdanya, Josep Pla (1897-1981) Guía de Cataluña 1972. Editorial Destino.
La Cerdanya es una de las comarcas más bellas, más finas de Cataluña. Es una gran cazuela, estructurada sobre el curso del Segre, con la graciosa particularidad de caer ligeramente, suavemente, de levante a poniente, en plano inclinado. No es un gran valle hundido, sino un valle reclinado. Rodeada de altas montañas que rondan los tres mil metros, la Cerdanya no deprime, como tantos lugares pirenaicos; produce, por el contrario, una sensación de anchura, de elevación, de luminosidad, de libertad. Sus cielos son espléndidos, su aire es fino, sus paisajes tienen una ternura entrañable. (…)
En la Cerdanya, las panorámicas son extremadamente bellas, pero los detalles las igualan y en ocasiones las superan; son incomparables. Desde cualquier lugar de la periferia del valle -mientras sea un poco alto-, la comarca surge con todo su radiante y luminoso esplendor, así como desde cualquier lugar del valle aparece el anfiteatro montañoso que la cierra y que forma tres colores superpuestos: la nieve rosada de los altos picos; el verde negruzco de los abetos y de los pinos de media montaña y el verde más claro, bruñido, alegre, pacífico, de los prados, de los chopos, de los alisos, de los álamos. La composición de estos tres colores crea un paisaje de un orden perfecto, de gran elegancia.
Hay una gran variedad de carreteras secundarias, caminos, senderos y pistas para explorar en la zona. Nosotros hemos realizado tres rutas, pero sin duda volveremos en otra ocasión para descubrir más rincones y seguir disfrutando de este hermoso lugar.
Ruta 1: De Bellver de Cerdanya al Refugi de Malniu
Distancia 1474_c51fad-23> |
23,30Km 1474_f4cc46-8d> |
Desnivel acumulado 1474_c1240a-b6> |
+1204m aprox. 1474_2a13f5-1c> |
Tiempo en movimiento 1474_efb7ba-3d> |
2h 40min. 1474_6a630f-2a> |
Velocidad media 1474_e2fb80-1c> |
8,7 km/h 1474_e2bc58-2a> |
Track 1474_9e43dc-5c> | 1474_a965f5-48> |
Dureza (Escala de dureza) 1474_50314c-c3> |
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La siguiente ruta conecta Bellver de Cerdanya (1.040 m) con el Refugio de Malniu (2.127 m), a través de carreteras secundarias y dos pequeños tramos de pista de tierra en buen estado, aptas para bicicletas de gravel o trekking.
Llegamos a Bellver de Cerdanya alrededor de las 18:00 horas y aparcamos el coche en el Camping Bellver. Rápidamente montamos las alforjas y las bolsas de manillar, y comenzamos la ruta en dirección al pueblo de Bellver por la carretera del Eje Pirenaico. Este tramo, de poco más de 1,5 km, es bastante transitado, pero cuenta con bastante arcén y es muy corto y llano, así que aprovechamos para disfrutar del único segmento suave de toda la ruta.
A los pocos minutos abandonamos el Eje Pirenaico para tomar la carretera d’Éller, que apareció a nuestra derecha y en la que apenas nos cruzamos con 3 o 4 coches, todo un alivio. La alegría duró poco cuándo iniciamos un segmento de infarto: en el primer kilómetro y medio, atravesamos una serie de curvas en una de las rampas más duras del recorrido, con un desnivel acumulado de unos 150 metros y rampas que oscilaban entre el 8% y el 14%.

Superado este exigente repecho, la pendiente suavizó durante los siguientes 3 kilómetros, aunque volvió a inclinarse para ascender al pequeño pueblo de Cortàs. Durante esta primera parte, a nuestra derecha, observamos un estrecho valle con el Torrent de Llevador, un torrente que desemboca en el río Segre, en la cuenca de La Cerdanya.
Continuamos por la misma carretera hasta superar otra encantadora población: Éller, que quedaba a nuestra derecha. Aquí, nos tocó apretar los dientes nuevamente durante medio kilómetro. Al cruzar el pueblo, la carretera terminó de forma abrupta y seguimos por una pista de tierra en buen estado. En algún tramo encontramos piedras y surcos, pero se puede ciclar perfectamente con una bicicleta gravel.
Recorrimos la pista durante los siguientes 3,5 km y, posteriormente, descendimos por otra pista asfaltada con bastante desnivel hasta cruzar el Torrent de Llevador, que nos condujo al pueblo de Meranges. Aquí, la dificultad aumentó aún más: en un tramo corto, de unos 300 metros, la pendiente alcanza en algunos puntos casi el 20%. El peso de las alforjas nos quiso arrastrar al fondo del valle, pero no consiguió engullirnos, aunque casi: unos metros antes del final del repecho, nos agarramos a una farola para tomar unos segundos de respiro; el corazón nos latía a mil, pero nos negamos a poner pie en tierra y seguimos hasta llegar a la calle principal del pueblo, donde, ahí sí, paramos a coger aire y comer una barrita energética, ¡nos la habíamos ganado!
Meranges es un pueblo muy bonito, y allí podemos abastecernos de agua y alimentos si lo necesitamos, ya que es el último punto con tiendas antes del refugio. Desde allí, seguimos por la carretera de Meranges a Girul, un pueblo aún más pequeño, a solo 1 km de distancia, pero con una pendiente bastante constante y poco tráfico.

Poco a poco, seguimos subiendo con una pendiente de entre el 6% y el 10%, sin descanso, hasta que el asfalto termina. En ese momento, apareció una pista de tierra a la izquierda que llevó al refugio, y otra a la derecha que seguiríamos al día siguiente. Justo en el inicio de la pista, había una pequeña caseta que controlaba el acceso al refugio (aunque a esas horas ya no había nadie).
Sólo quedaban poco más de 2 km hasta la cima pero el cansancio acumulado se notaba y la pendiente se mantenía entre el 8% y el 9%. Sin embargo, la emoción de sentir que estábamos cerca de la cima nos impulsó a hacer un último esfuerzo.
Finalmente, llegamos al refugio a las 21:30, antes de lo previsto, aunque empezó a chispear y hacía bastante frío (unos 10ºC). Pagamos los 11 € (5 € por adulto y 1 € por la tienda) para dormir en la zona de acampada, un espacio precioso al que se accede cruzando una pasarela junto a un lago.
Montamos la tienda rápidamente y cenamos un bocadillo mientras escuchábamos las gotas golpear la tienda. Antes de las 23:30 ya estábamos con las luces apagadas, intentando dormir, pero el frío hacía difícil conciliar el sueño. La temperatura descendió por debajo de los 6 grados (a finales de julio), y aunque llevábamos ropa térmica y de abrigo, nuestro saco no era suficientemente cálido para estar cómodo esas temperaturas.

Variantes
- Se puede subir al Refugio de Malniu desde el pueblo de Ger, de forma que la primera mitad de la ruta, hasta el pueblo de Meranges, transcurre por una carretera algo menos secundaria pero con un desnivel más progresivo: evitas los primeros 1,5km y el repecho de Meranges (no se debe cruzar el Torrent de Llevador).
- Desde Puigcerdà, pasando por Guils y siguiendo por el Refugio de la Feixa se puede subir. Nosotros seguimos este itinerario de bajada al día siguiente (puedes ver la descripción más abajo en sentido opuesto).
Ruta 2: Refugi de Malniu – Font Romeu – Bellver de Cerdanya
Distancia 1474_ba3028-08> |
97,50Km 1474_af6fb1-3d> |
Desnivel acumulado 1474_55b96a-6a> |
+1383m aprox. 1474_b771e1-9c> |
Tiempo en movimiento 1474_6ef81a-37> |
5h 41min. 1474_927eec-bc> |
Velocidad media 1474_c38df8-97> |
17,2 km/h 1474_8cb285-c8> |
Track 1474_d8cc1d-93> | 1474_dd268c-6e> |
Dureza (Escala de dureza) 1474_012439-f7> |
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Esta segunda ruta por La Cerdanya nos devolvió al Camping Bellver, a apenas 3 kilómetros de Bellver de Cerdanya (dónde teníamos el coche), bordeando el valle desde el nordeste. Descendimos del refugio hacia el este, cruzando la frontera hacia Francia, y volvimos a ascender hasta atravesar Font-Romeu. Más allá del pueblo, seguimos unos kilómetros hacia el norte, atravesando una zona boscosa, y regresamos a un paisaje mucho más llano que nos llevó de nuevo al camping, pasando por Puigcerdà.

La salida la postergamos hasta las 10:00, con la esperanza de que el sol calentara el ambiente, a esas horas todavía se conservaba el helor de la noche. Los primeros kilómetros fueron en bajada, recorriendo la amplia pista que subimos la tarde anterior. El aire en la cara y las manos se sentía, pero las vistas hacia la cuenca eran espectaculares. En el cruce de la carretera tomamos la pista que subía a la izquierda, llamada Pista de la Feixa: ancha, en buen estado y transitada por algunos coches. La pendiente, constante, nos invitó a entrar en calor sin desniveles elevados (entre 6 y 8%).
Cuatro kilómetros después, con unos 200 metros de desnivel acumulado, alcanzamos el punto más alto de la jornada, a 2.200 m, en el Refugio de la Feixa. El paisaje se abrió y los bosques se quedaron atrás para dejar paso a verdes llanuras donde pastaban las vacas. También nos cruzamos con gente recolectando setas, lo que añadió un aire de campo vivo.
Iniciamos el descenso por la misma pista, pero por la vertiente opuesta, vigilando no tropezar con las piedras y los surcos, aunque sin dificultad técnica y con una pendiente suave. El final de la pista, en la estación de esquí nórdico Guils-Fontanera, nos deleitó con una zona llana y preciosa, ideal para una breve parada y contemplar el paisaje; allí encontraréis un restaurante para recargar fuerzas.

Continuamos por una carretera muy poco transitada, descendiendo en curvas de herradura hasta una rotonda, a 1.450 m. Si seguimos por la carretera, podríamos llegar a Guils de Cerdanya y Puigcerdà, pero elegimos una pista estrecha a la izquierda, bajando. Tras una pequeña subida con piedras, y una breve bajada, cruzamos el canal de agua (Canal de Sant Pere) y descendimos por una pista de tierra, bastante pronunciada, hasta enlazar con otra pista que nos llevó a Iravals, ya en Francia.
Desde Iravals seguimos una carretera secundaria hacia Latour-de-Carol, bordeándola por el sureste y tomando la D-34A y luego la N20, más transitada pero sin peligro gracias al arcén. Llegamos a Ur, cruzamos la población siguiendo la carretera hacia Llívia, e hicimos una parada en un Carrefour para reponer fuerzas; en Llívia encontraréis más comercios y opciones de hostelería. Llíria es un pequeño enclave español rodeado de territorio francés, lo que le añade un matiz curioso al viaje.

La parte más exigente llegó al salir de Llívia por el norte. Tomamos la Rue Jean Vigo hacia Estavar, enlazando con la Route de Font Romeu. El ascenso fue duro: 6 kilómetros con pendientes entre el 6 y el 10%, sin muchos descansos, y otros cuatro kilómetros más con tramos más suaves para recuperar el aliento. Font-Romeu merece una visita pausada; es una villa bonita al pie de varias pistas de esquí, con mucha oferta y ambiente en invierno.
Continuamos por la D618 hacia el norte y, a los cuatro kilómetros, tomamos un desvío a la izquierda, señalizado como Les Estanyols. El recorrido discurre entre bosques preciosos y desemboca en una carretera que finaliza en el Lac des Bouillouses. Volvimos casi al punto de partida de la carretera que abandonamos unos kilómetros antes, haciendo un pequeño círculo para ajustarnos al tiempo: aunque nos dio pena, dejamos la visita al lago para otra ocasión.

De vuelta a la carretera, iniciamos el descenso hacia Bolquère y seguimos hasta La Perche. Desde allí seguimos por la D66, una carretera algo más transitada, hasta Puigcerdà. Bordeamos Puigcerdà por el sur, salimos por la N-260 y seguimos por una pista asfaltada que nos condujo 12 km a través del valle de La Cerdanya, llano y precioso, para cerrar el círculo de la etapa en el camping Bellver.
Variantes
- Después del descenso del Refugi de la Feixa se puede ir directamente a Puicerdà, acortando considerablemente la etapa.
- Se puede alargar la ruta hasta el Lac des Bouillouses a través de una carretera muy poco transitada durante unos 5 kilómetros más (era nuestra idea inicial, pero ya íbamos muy justos de tiempo).
- La vuelta hasta Puigcerdà, probablemente se pueda alternar por alguna pista con más encanto que la carretera que tomamos nosotros, pero por ahora no hemos encontrado variante.
Ruta 3: Bellver – Estanys de la Pera – Bellver
Distancia 1474_9aed16-33> |
68,13 Km 1474_3bd43b-51> |
Desnivel acumulado 1474_bdd8af-09> |
+1659 m aprox. 1474_f8ef5b-aa> |
Tiempo en movimiento 1474_9149a0-ea> |
4h 55 min. 1474_7df4b6-45> |
Velocidad media 1474_daa8f9-99> |
13,8 km/h 1474_874c01-af> |
Track 1474_c9d49e-20> | 1474_8fe135-d8> |
Dureza (Escala de dureza) 1474_4d1f6a-65> |
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Esta tercera y última etapa del fin de semana decidimos iniciarla desde la población de Bellver de Cerdanya, dónde dejamos el coche y todo el equipaje para ir más ligeros: el peso de las alforjas y el desnivel acumulado de los días anteriores estaba haciendo mella, y las piernas empezaban a quejarse.
Empezamos la ruta llaneando por la carretera N-260 hacia el oeste, con el sol a nuestra espalda, pero en menos de 2 km ya nos habíamos desviado hacia Prullans, por una carreterita que sube a nuestra derecha. En este punto es donde iniciamos el interminable ascenso als Estanys de la Pera, durante algo más de 30 km y 1300 m de desnivel acumulado.
Hasta Prullans es bastante fácil, pero nosotros decidimos entrar en el pueblo, que tiene una calle principal llana. El pueblo es muy bonito pero al llegar al final de la calle nos apareció un repecho infernal para enlazar nuevamente con la carretera: mientras nosotros pedaleábamos contentos por la parte llana del pueblo, la carretera seguía ascendiendo de forma paralela, con lo que nos tocó salvar el desnivel de golpe: Judith aún tiene pesadillas con Prullans…
Durante los siguiente 10 kilómetros seguimos ascendiendo por una carretera poco transitada hasta Coborriu de la Rosa, mientras veíamos poco a poco cómo nos alzábamos sobre el valle. En este punto tocó descender casi 100 metros de altitud en aproximadamente 2 km: aunque nos dio un respiro, nunca apetece bajar para volver a subir en pocos minutos sabiendo todo lo que queda por delante.
Después de volver a recuperar la altura por la misma carretera, nos encontramos un cruce que se dirige a Lles de Cerdanya, hacia abajo. La tentación de tomar ese desvío y recortar la ruta fue fuerte, pero nos mantuvimos firmes a la idea inicial. En ese momento aún no sabíamos que íbamos a subir hasta Els Estanys de la Pera: la premisa era llegar hasta la base, comer, y si había fuerzas suficientes seguir subiendo los 3-4 km restantes hasta el final de la pista, pero en caso contrario bajaríamos directamente por la otra vertiente.

A los pocos kilómetros del tentador cruce llegamos a un pequeño y precioso pueblo: Vilella. Paramos a hacer unas fotos y volvimos a tomar un respiro, a la vez que rellenamos los botellines de agua, pues estábamos casi secos. Al salir del pueblo tomamos una divertida pista de tierra que desembocó unos pocos de quilómetros más adelante en la carretera del Cap de Rec. Seguimos ascendiendo un rato y nos detuvimos en el Camping el Cortal del Gral, dónde casi tenemos que suplicar para que nos sirvieran unos refrescos en el restaurante: alucinamos.
Aunque estábamos animados, se estaba haciendo duro… notábamos el gran esfuerzo realizado de los días anteriores. Aún así había que seguir, pues para nosotros significaba la preparación para el viaje que iniciaríamos en una semana a las Dolomitas y alrededores.

Los siguientes 4 kilómetros hasta la estación de esquí de Lles fueron muy exigentes, pero a partir de ahí todo cambió: entramos en una pista de tierra que continuó ascendiendo un par de kilómetros más y luego suavizó para convertirse en una fascinante pista forestal a más de 2000 metros rodeada de preciosos bosques. La sensación de rodar por esa pista fue mágica y no queríamos que acabara, aunque aún no había llegado lo mejor.
A los 7 kilómetros aparecimos en la Font de Pollineres, dónde encontramos un pequeño merendero al lado de un fantástico río. Comimos unos bocadillos y decidimos, sin pensarlo demasiado, seguir subiendo por la pista de tierra que sale del parking: el Camí als Estanys de la Pera. Fueron casi 4 kilómetros por un camino con bastante piedra suelta, pero con una pendiente constante y no demasiado pronunciada (alrededor del 5-8%). Se nos pasaron volando y llegamos arriba en un periquete: quizás fue la adrenalina de sentirnos cerca o la magia de la pista anterior o la energía del bocadillo, que nos pareció un manjar, pero subimos echando chispas.
Arriba encontramos un refugio con un pequeño restaurante y unas vistas alucinantes, pero antes de llegar bordeamos un pequeño lago que parecía sacado de un cuento. Admiramos el entorno durante un rato sentados en un banco de piedra y dimos media vuelta: lo habíamos logrado.

Tomamos la misma pista de vuelta hasta el merendero de la Font de Pollineres y allí enlazamos con la pista de tierra hacia la estación de esquí de Aransa. A partir de la estación, volvimos a ciclar sobre asfalto por una carretera poco transitada, descendiendo en todo momento hasta llegar al pueblo de Aranser. La primera idea era seguir descendiendo por una pista de tierra que sale del pueblo, pero finalmente continuamos por la misma carretera que veníamos: estábamos bastante agotados. Continuamos un vertiginoso y divertido descenso hasta Martinet, dónde tomamos, nuevamente, la carretera N-240 hasta Bellver de Cerdenya.
Variantes:
- Acortar la ruta: desviarse a Lles de Cerdanya en el kilómetro 14. Esta opción acorta notablemente el recorrido, pero implica perder gran parte del encanto del trazado original: la pista que conecta la estación de Lles con Font de Pollineres y la subida espectacular a Els Estanys de la Pera. Además, se omite la sensación de avanzar entre bosques, roca y miradores que caracteriza esa subida.
- De Aranser a Martinet (a la vuelta): sí es posible descender por pista de tierra. Era una de nuestras opciones iniciales y, al comprobarlo, vimos que el camino existe y puede ofrecer una bajada más aventurera. Teniendo en cuenta el terreno, puede requerir un poco más de cuidado en tramos sueltos o con piedras, pero aporta variedad y paisaje más puro fuera de la carretera asfaltada.
- Ampliar la ruta: podemos alargarla manteniéndonos fuera de la N-240 en el tramo entre Martinet y Bellver, añadiendo segmentos por pistas. Esta opción permite completar más kilómetros y evitar el tráfico de la carretera principal.